Los científicos hallan más genes vinculados con el riesgo de alcoholismo.

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Una investigación reciente señala a once variaciones genéticas que parecen vincularse con el riesgo de alcoholismo.

Pero su impacto parece ser pequeño en los individuos, y los hallazgos podrían resultar demasiado limitados como para ser útiles de inmediato en términos de la prevención o el tratamiento, señaló un experto.

Pero los resultados podrían proveer más información sobre el misterioso rol que los genes desempeñan al determinar por qué algunas personas beben y no se vuelven adictas mientras que otras se convierten en alcohólicas, apuntaron los investigadores.

Quizá algún día sea posible que los jóvenes se hagan un análisis de sangre y se enteren si son susceptibles al alcoholismo, comentó el coautor del estudio, el Dr. Alexander Niculescu III, profesor asociado de psiquiatría y neurociencia médica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Indiana.

“Los genes no son el destino, pero conocer el perfil de riesgo genético puede empoderar a la persona para elegir opciones inteligentes de estilo de vida”, como evitar el alcohol, planteó.

Según el Instituto Nacional sobre el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo de EE. UU., la investigación sugiere que la genética explica alrededor de la mitad del riesgo de que alguien se convierta en alcohólico. El ambiente es responsable de la otra parte.

Los científicos conocen un rasgo genético que hace que algunos asiáticos se enfermen si beben alcohol, que los hace menos propensos a abusar del alcohol. ¿Pero qué pasa con otros genes que afectan al alcoholismo?

En el nuevo estudio, Niculescu y sus colaboradores vincularon once variaciones genéticas con el alcoholismo tras explorar datos genéticos de estudios con humanos y con animales. No está claro cómo los rasgos influyen sobre el riesgo de alcoholismo, comentó Niculescu, pero cree que quizá tengan algo que ver con la parte del cerebro que le indica a una persona que se siente bien.

Los investigadores crearon una “puntuación de riesgo genético” según la cantidad de variaciones que tenía la persona. Los investigadores determinaron que la persona promedio tenía una puntuación de 47 de 100, mientras que el 75 por ciento de los que tenían puntuaciones por encima de 48 eran alcohólicos.

El Dr. Rob Philibert, un profesor de psiquiatría de la Universidad de Iowa que estudia la genética de la adicción, alabó el estudio pero dijo que las variaciones genéticas en cuestión tienen “un efecto muy pequeño” en las personas individuales, lo que limita su utilidad en términos del tratamiento del alcoholismo. Dijo que en vez de ello las variaciones solo planteaban una diferencia significativa en unas grandes cantidades de personas en general.

¿Y ahora qué? Niculescu dijo que los investigadores están usando la investigación genética para explorar formas posibles de desarrollar fármacos (e incluso complementos de aceite de pescado) para tratar el alcoholismo.

El estudio aparece en la edición en línea del 20 de mayo de la revista Translational Psychiatry.

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